Semana 4: “Aprovechando el Espíritu Santo”
Oscar Pitán, Guatemala
Día 4: “Palabras para atesorar”
Llegamos al cuarto día de nuestra aventura semanal con el Espíritu Santo. Leemos nuevamente Romanos 8:1-27, pero antes, roguemos en oración que el Señor nos hable a través de esta Palabra. Lee cada uno de los siguientes aspectos sobre el Espíritu Santo que se nos enseña mediante la lectura, márcalos y repítelos en voz alta:
Me ha librado de la ley del pecado y de la muerte; habita en mí; Da vida a mi cuerpo mortal; da testimonio a mi espíritu de que soy hijo de Dios; me auxilia en las debilidades; intercede por mí.
Reflexiona en lo siguiente, ¿qué pensarías si tus padres te confesaran que eres adoptado? ¿Considerarías ser agradecido porque decidieron amarte, cuidarte, proveerte, educarte, aun cuando no tenían ningún parentesco genético contigo?
Algunos consideran la adopción como la maravillosa oportunidad de proveer una familia a aquel que no la tiene. Asimismo, es loable el hecho de tomar a un ser desconocido para amarlo y educarlo. Dios hizo lo mismo contigo y conmigo, siendo muy diferentes a Él nos ha adoptado como hijos suyos, por medio de nuestra fe en Cristo Jesús hemos llegado a ser parte de su pueblo. El Espíritu Santo otorgado a su pueblo permite que siempre podamos tener acceso con nuestro Padre Dios, ¡qué maravilloso regalo!
Recordemos que no son nuestras obras, esfuerzos o méritos los que nos hacen hijos de Dios, Cristo nos hizo hijos de Dios, es el Espíritu Santo quien le habla a nuestro espíritu y le convence de que somos hijos de Dios. No escuches a otras voces que quieran hacerte dudar de lo que eres para Dios. ¿Cómo te sientes al saber que ahora eres hijo de Dios? Ora al Señor y agradece al Espíritu Santo por su obra en tu vida.
Abre tus labios y ora de la siguiente manera: “Padre amado, gracias te doy por tu amor y misericordia; gracias por adoptarme como tu hijo, gracias, Papito, sé que me amas, yo también te amo. Gracias por librarme de la ley de la muerte y del pecado por medio de Cristo. Hoy quiero someter mi mente, mis sentimientos y mi voluntad a tu Espíritu. Quiero pedirte que sea el Espíritu de Cristo quien gobierne mis deseos. Hoy creo firmemente que el Espíritu que resucitó a Cristo dará vida a mi cuerpo mortal en el día postrero. Gracias, Espíritu Santo, por elegir este cuerpo mortal y finito como tu morada, gracias por interceder por mí. Oro en el Nombre de mi Señor Jesucristo, amén.
Comparte con alguien más lo que has aprendido este día y ¡sigamos caminando en el Espíritu!