Semana 4: “Aprovechando el Espíritu Santo”
Oscar Pitán, Guatemala
Día 5: “¡Vívelo!”
Estás levantando pilares que serán el cimiento de tu vida cristiana. Toma tu Biblia y ubícate una vez más en Romanos 8:1-27; lee detenidamente y presta atención a cada detalle que hable acerca del Espíritu Santo. Durante la semana hemos aprendido la labor activa del Espíritu Santo en nuestras vidas, hoy haremos un recorrido sobre los principios aprendidos durante la misma.
El Espíritu Santo nos libra de la ley del pecado y de la muerte. Ya no somos siervos del pecado, ahora somos siervos de Cristo; aunque la muerte física llegase a nuestras vidas, estamos seguros de la resurrección para vida eterna. Aun cuando la enfermedad pueda llegar a tu vida, recuerda agradecer al Señor por la resurrección prometida.
El Espíritu Santo es vida y paz; orar, leer su Palabra, meditar y pasar tiempo a solas con el Señor llenan de vida y paz a nuestros corazones. Anota en tu agenda un tiempo a solas para orar y leer las Escrituras cada día; aparta 15 minutos al día para tu tiempo devocional.
El Espíritu Santo mora en nosotros, ha elegido nuestro cuerpo como su morada, no es un simple visitante, al contrario, es un residente. Camina con nosotros, sabe lo que pensamos, ve lo que hacemos, por lo tanto, sometamos nuestros deseos, pensamientos y voluntad a su control. Cuando caminas por el parque, cuando vas al trabajo o cuando viajas, recuerda que el Espíritu Santo mora en ti. Si vas al cine, va contigo, si vas al gimnasio, también va; Disfruta de su presencia.
El Espíritu Santo nos ayuda en nuestras debilidades, nos fortalece para soportar la tentación, nos redarguye al arrepentimiento y nos consuela en la tristeza. Si hoy te sientes triste, preocupado o desanimado, toma unos minutos a solas, dirígete al Espíritu
Santo y pídele que te consuele. Cierra tus ojos y solicita al Espíritu Santo que consuele tu corazón, si deseas llorar, hazlo. Abre tu corazón con sinceridad y cuéntale al Señor lo que sientes, el Espíritu Santo te consolará y te dará ánimo para continuar.
Toma un tiempo a solas todos los días, rinde al Señor tu vida, cede al Espíritu Santo tus pensamientos, deseos, sentimientos y voluntad. Ora al Señor para ser lleno de su Espíritu y deja que examine tu corazón. Sé agradecido y recuerda que el Espíritu Santo está contigo en donde quiera que te encuentres. ¡Disfruta de su presencia!