Semana 8: “Dando Testimonio”
David López, Bucaramanga, Colombia
Día 1: Prefacio
Felicidades, has llegado a la octava semana de este discipulado. Durante los próximos cinco días pasaremos nuestro tiempo meditando en lo que dice la Palabra de Dios en Hechos 4:1-31, observaremos la manera en que los discípulos del primer siglo daban testimonio acerca de Jesús de Nazaret.
Te ruego que hagas una pausa en este momento, dirígete a Dios en oración, pídele que por medio del Espíritu Santo guíe tu corazón y tu mente mientras reflexionas en esta lectura. Luego de haber leído detenidamente Hechos 4:1-31 intenta responder estas preguntas, ¿qué es lo que más te llama la atención en la lectura?, ¿quiénes son los personajes que aparecen en escena? ¿Qué están haciendo dichos personajes? Anota también las palabras que te son desconocidas y las que creas importantes.
Presta especial atención a los versículos 18 al 20. Los líderes religiosos y políticos de la ciudad están pidiendo a Pedro y a Juan que dejen de hablar acerca de Jesús de Nazaret, no obstante, estos no se inmutan; su respuesta es temeraria “Nosotros no podemos dejar de hablar acerca de todo lo que hemos visto y oído”. Luego de haber sido puestos en libertad, los apóstoles fueron adonde los demás creyentes a contarles lo que había acontecido. Reflexiona en la manera en la que ellos oraron a Dios (23-31), enfócate en lo que piden en los versículos 29 y 30, “Y ahora, oh, Señor, escucha sus amenazas y daños a nosotros, tus siervos, mucho valor al predicar tu palabra. Extiende tu mano con poder sanador; que se hagan señales milagrosas y maravillas por medio del nombre de tu santo siervo Jesús”.
Este es nuestro pilar de la semana, al igual que Pedro, Juan y el resto de los discípulos, debemos testificar sobre las Buenas Nuevas de salvación y proclamar que solo en el poderoso nombre de Jesús de Nazaret hay salvación.
Desde los inicios de la historia, Dios ha estado interesado en proclamar y compartir sus planes con la humanidad. Cuando Adán y Eva violaron la única prohibición que Dios les había dado fueron castigados (Gn. 3); no obstante, junto al castigo Dios les explicó que en el futuro un descendiente de la mujer pondría fin al problema del pecado que se acababa de introducir en la creación y que tendría consecuencias catastróficas.
Más adelante, Dios vuelve a anunciar sus planes de bendecir a toda la humanidad. Esta vez por medio de la palabra prometida a Abram, a quién posteriormente se le llamó Abraham. La promesa que él recibió era que “todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti” (Gn. 12:1-3), la promesa fue reiterada a Isaac, el hijo de Abraham (Gn. 26); y a Jacob, hijo de Isaac (Gn. 28).
De Abraham nació el pueblo de Israel, esta fue escogido por Dios para que se convirtiera en su especial tesoro, una nación de sacerdotes y gente santa (Ex. 19:5,6). Ellos serían luz para las naciones vecinas, siempre y cuando se comprometieran a obedecer las ordenanzas que Jehová les había dado. Si aprendían a vivir de acuerdo con las normas de Dios, las naciones quedarían asombradas de su sabiduría, prudencia y cercanía que tendrían con su Dios (Dt. 4:58, 28:9,10). El plan de Dios era que cuando las naciones vecinas de Israel vieran la manera en que ellos vivían, fueran atraídos y desearan tener lo que ellos tenían; por ende, se unirían voluntariamente al pueblo de Dios. Lamentablemente, esto no sucedió debido a la rebeldía y desobediencia de la mayoría de los israelitas. Por lo tanto, Dios prometió que enviaría a su siervo, sobre quien reposaba su Espíritu, haría justicia, sería la luz para guiar a las naciones, daría vista a los ciegos y traería libertad a los oprimidos (Is. 42:1-9).
Muchos años después nació Jesús de Nazaret, un ángel de Dios dijo respecto a Él “salvará al pueblo de sus pecados” (Mt. 1:20,21). Posteriormente, Jesús comenzó a predicar que el reino de los cielos se había acercado y, por lo tanto, la gente tenía que arrepentirse y volverse a Dios (4:17). Afirmó también que la profecía en Isaías 42 se estaba cumpliendo sobre él (Lc. 4:16-21), porque había venido al mundo a proclamar las Buenas Noticias de salvación.
Vemos que la proclamación de salvación bajo el poderoso nombre de Jesús es algo que Dios ha estado pregonando a lo largo de toda la historia. Dios lo prometió, utilizó a sus profetas para anunciarlo, el mismo Jesús proclamaba que había llegado el momento de volverse a Dios. Pedro y Juan habían visto y oído esto, por ello es que no podían dejar de proclamar y dar testimonio de las bendiciones que Jesús había traído a este mundo.
Hechos 4:1-31 es un pasaje que nos alienta a dar testimonio de la salvación que ha llegado al mundo. Dios, por medio de Jesús, ha hecho resplandecer la luz de un nuevo amanecer para el mundo que vive ciego y oprimido por causa del pecado. Nosotros, sus hijos, tenemos la bendición de testificar acerca de esta luz que ha llegado al mundo.
Preguntas para reflexionar:
¿Cómo te sientes al saber que Dios ha estado trabajando desde el inicio de la creación en este maravilloso plan para salvar del pecado a toda la humanidad?
¿Saber todo esto te motivó a testificar acerca de Jesús?, ¿por qué?