Semana 8: “Dando Testimonio”

David López, Bucaramanga, Colombia

Día 3: “Vida en tiempos bíblicos”

 

Releamos Hechos 4:1-31, acerquémonos a Dios en oración para pedir que abra nuestra mente y corazón para aprender nuevas lecciones. El día de ayer aprendimos que Pedro y Juan fueron encarcelados por dos razones: sanar a una persona que no podía caminar y por enseñar sobre la resurrección de los muertos. Estos apóstoles fueron arrestados por un grupo de personas que representaban a las autoridades religiosas de Israel; en dicho grupo encontramos sacerdotes, fariseos y saduceos y el jefe de la guardia del templo.

El antiguo Israel que salió de Egipto bajo el liderazgo de Moisés estaba organizado en doce tribus que representaban a los hijos de Jacob. Una de estas era la tribu de Leví, Dios escogió a los descendientes de esta tribu para que sirvieran de sacerdotes al pueblo. Sus funciones eran ejecutar los rituales religiosos y velar por el cumplimiento de las leyes que Dios había dado. Entre los sacerdotes también existía la figura del sumo sacerdote, en el antiguo pacto tenía la función de entrar una vez al año al lugar santísimo del templo para ofrecer el sacrificio por el perdón de todos los pecados del pueblo. 

Los saduceos fueron personas de la alta sociedad, miembros de las familias sacerdotales, personas muy acaudaladas; ocupaban los más importantes cargos políticos; creían en el libre albedrío, pero no creían en la existencia de ángeles, espíritus o ente espiritual alguno, por lo que negaban tajantemente la resurrección de los muertos. 

Pedro y Juan fueron arrestados inicialmente por predicar sobre la resurrección de los muertos, lo que nos hace comprender que esta acción fue motivada principalmente por los saduceos. Para ser juzgados por fueron presentados ante el Sanedrín, este era un grupo compuesto por setenta y un hombres. Entre estos hombres se contaba al Sumo Sacerdote, sacerdotes, algunos miembros de las familias sacerdotales y algunos fariseos. Ellos fungían como la corte suprema judía, así que les competía resolver los asuntos de carácter tanto religioso como civiles. 

Los saduceos fueron el principal grupo que condenó a Jesús a morir en la cruz, pero ellos no tenían la autoridad para ejecutar esa condena; por eso, en los relatos evangélicos los vemos llevando a Jesús ante Pilato, quien era la autoridad romana que realmente podía dictar tal sentencia. Cuando Pilato recibió a Jesús para ser juzgado sabía que lo habían llevado allí por envidia (Mc. 15:9,10). Esta misma envidia es la que vuelve a ser causa de los problemas en el caso de Pedro y Juan; primeramente, los apresaron por predicar sobre la resurrección, pero luego les están interrogando para saber quién les dio autoridad para enseñar o sanar.  

La respuesta de Pedro y Juan es que todo lo hacen bajo la autoridad de Jesús, el hombre que ellos mataron por envidia, pero a quien Dios levantó de los muertos pues era el Mesías que trajo salvación a este mundo. Finalmente, el encarcelamiento de los apóstoles no fue por haber sanado a un hombre o predicar la resurrección de los muertos, sino porque ellos estaban testificando acerca de Jesús.

Nuestra tarea de proclamar las Buenas Nuevas de salvación de Jesús siempre va a tener oposición; esta se manifestará de muchas maneras, quizás seremos acusados de realizar acciones malas, utilizarán nuestras palabras en nuestra contra, probablemente nos discriminarán por nuestro nivel económico o académico como sucedió con los apóstoles (Hch. 4:13). 

Pero ¿qué haremos cuando eso suceda?, ¿rendirnos?, ¿qué hicieron los apóstoles?, ¿qué aprendemos de ellos? Pedro y Juan estaban determinados a obedecer a Dios. Recuerda que Jesús les pidió que fueran por todo el mundo predicando el Evangelio (Mt. 28:19). Cuando fueron intimidados y amenazados no tuvieron dudas de lo que tenían que hacer: “no podían dejar de hablar de todo lo que habían visto y oído” (Hch. 4:20).

Cuando encuentres oposición o sientas que es difícil seguir testificando sobre Jesús recuerda lo que hicieron los apóstoles, ellos junto a otros discípulos se postraron a orar, pidieron a Dios fortaleza para seguir adelante con la misión de predicar acerca de Jesús; después de haber orado fueron llenos del Espíritu Santo y siguieron testificando sin temor acerca de Jesús.

 

 

 

 

Preguntas para reflexionar:

¿Has encontrado algún tipo de oposición en tu tarea de testificar acerca de Jesús? La oposición también puede venir de nuestro propio corazón con las excusas que nos ponemos a nosotros mismos.

¿Has pensado en algunas personas a las que les puedes testificar acerca de Jesús? 

¿Qué necesitas para seguir testificando sobre Jesús?