Semana 8: “Dando Testimonio”

David López, Bucaramanga, Colombia

Día 5: “¡Vívelo!”

 

Leamos una vez más Hechos 4:1-31. Quiero invitarte a orar pidiendo a Dios que te ayude a recordar las enseñanzas en las que has meditado durante toda esta semana, pídele que te revele más acerca de su voluntad por medio de este pasaje. Ahora que llegamos al último día, hagamos un breve repaso de algunos de los principios que hemos ido recopilando.

Desde que el ser humano pecó en el jardín del Edén Dios prometió que un día un descendiente de la mujer pondría fin al problema del pecado (Gn. 3). También prometió a Abraham que, por medio de uno de sus descendientes todas las familias de la tierra serían bendecidas (Gn. 12); estas promesas encontraron eco en los profetas del Antiguo Testamento y fueron cumplidas en Jesucristo; quien vino a este mundo a proclamar que era el tiempo que Dios eligió para darnos salvación (Lc. 4:19). Lucas mismo decidió indagar lo que Jesús había comenzado a hacer para así poder narrar su historia, aunado a eso, nos ha narrado lo que los discípulos de Jesús siguieron haciendo después que Él ascendió al cielo. 

Lo que Jesús y sus discípulos proclamaban era que había llegado la salvación al ser humano; que ahora se abría la oportunidad para que cualquier persona que creyera en Él como el hijo de Dios pudiera recibir la salvación y el perdón de los pecados por medio de su sacrificio en la cruz del calvario.

Desde aquel primer Pentecostés los discípulos comenzaron a testificar acerca de Jesús, mientras lo hacían notaban que muchos de los que escuchaban creían, luego también había manifestaciones de poder que llevaba a las personas a ser sanadas y salvadas. Por otro lado, junto a los que aceptaban el mensaje también había otros que lo rechazaban, quienes comenzaron a intimidar y amenazar a los discípulos para que dejaran de enseñar y hablar acerca del poder de Jesús. 

Los discípulos estaban determinados a seguir enseñando, así que, a pesar de la oposición y amenazas, ellos comenzaron a orar y pedir a Dios que los ayudara a no tener miedo y seguir testificando de Jesucristo en todo lugar. 

Lucas nos muestra que estos discípulos no solo comprendieron cuál era el plan de Dios, sino también que ellos tomaron una parte activa en esto. Los discípulos de Jesús del primer siglo no querían ser observadores de las maravillas de Dios, querían ser parte de lo que Dios estaba haciendo.

Más de dos mil años después nosotros también hemos visto el plan de Dios, podemos observar el panorama completo de lo que Dios ha estado haciendo; Él nos ha invitado a ser agentes activos en su plan, a testificar acerca de Jesucristo y las Buenas Noticias de salvación que Él ha venido a compartir con los seres humanos.

Tú has llegado hasta aquí porque un día alguien compartió contigo estas buenas noticias; ahora es tu turno de ir y compartir el mensaje de salvación con tu familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o estudio, e incluso con los desconocidos. Hoy quiero invitarte a que te unas a Pedro, Juan y a los millones de discípulos de Jesús que a través de los años han dicho:

“no podemos dejar de hablar de todo lo que hemos visto y oído” (Hch. 4:20). 

Preguntas para reflexionar:

¿Cómo te hace sentir el hecho de saber que Dios te ha invitado a ser parte de su plan de compartir con los seres humanos el Evangelio de salvación? 

¿Testificar acerca de Jesús es una obligación o un privilegio? ¿Por qué?